Terrorismo asimétrico en Medio Oriente
Con un dejo de ironía que reconocí de una, escuché
la pregunta que esta mañana tomando café me hizo una colega “Y vos qué pensás
de lo que pasa entre Israel y Hamas [sic]?”. Respondí: Hamas es una organización
militarizada terrorista que el propio libro sagrado al que rinden culto ya los
ha condenado desde hace rato, como lo es el poder actual de Israel que dirige
la colonización absolutamente ilegal de terreno palestino desde la segunda
mitad del siglo pasado; terreno que, por ende y obviamente, no le pertenece políticamente
como tampoco desde los mismos preceptos de la religión que profesa y por la que
dice batirse. Hamas es un grupo terrorista armado de la extrema islámica que el
occidente liberal y capitalista quisiera eliminar de la faz de la tierra a
cualquier precio (y ya sabemos los precios que está dispuesto a pagar este
occidente cretino al que pertenecemos); Israel es un grano en el culo para más
de un liberal que sabe bien que la ultraderecha del Likoud es tan perniciosa
para su salud como el islamismo que ha decidido abolir. Por qué más perniciosa?
Porque la armó hasta los dientes, la incubó en su seno de libertad por razones de
altísimo dinero e intereses estratégicos en ese Medio Oriente que es el último
bastión terrestre donde saciar su irreprimible y malsana sed petrolera; porque
el nacionalismo judío al que dio y sigue dando ventaja, que como todos los
nacionalismos es odioso, vengativo y ciego –y los más peligrosos son los que
están bien armados–, se escapan de su control cada vez más. En una escala menos
tecnológica, es lo mismo que pasa con la bolsa de gatos que conforma hoy el
grupo armado de Hamas y la Organización por la Liberación de Palestina. Entonces,
lo que pienso de lo que pasa en Medio Oriente no es muy diferente de lo que
pensaba hace muchos años. Hay enfrentadas dos autoridades militares armadas de
forma y con apoyos de la comunidad internacional muy asimétricos. Una de ellas
pretende expandirse ocupando ilegalmente el terreno de la otra que quiere
eliminarla. En medio hay mucha gente que no está armada pero que vive
horrorizada y en total estado de injusticia. Por cada muerto de un lado, mueren
cientos del otro. Pero en algo se asemejan como dos gotas de agua: son dos
bandas de terroristas fanáticos y enceguecidos que no pararán hasta generar un
desastre incontrolable. Y cuando terminé de decirle esto (o más o menos esto) lo
único que agregó mi colega fue “Vamos Alex, que no se puede comparar!” Y cambió
rotundamente de tema.