Anoche me encontré en un bar con un norteamericano
de Washington radicado en París. Entre cervezas y mucha frustración mutua por
diferentes razones, intercambiamos instan-táneas de este mundo de locos en el
que él y yo vivimos, pero, y por sobre todo, yo logré entender lo
incomprensible del sistema electoral de los EEUU. Cabe aclarar que Keith, así
se presentó, tiene mi edad (la cincuentena), es profesional en medios de
comunicación y vive en París desde 2009, el año siguiente a la explosión de la
crisis de las “subprimes”, crisis sobretodo generada por los grandes especuladores
bursátiles de su gran país.
Keith votó a Hillary Clinton básicamente porque se dice demócrata y para hacer frente a Donald Trump pero muy poco convencido por la honestidad de
la que podría haber sido la primera mujer al mando de esa bolsa de gatos que es
USA. Básicamente Keith me dijo lo que todos sabíamos: que HC ha participado en
obscuras relaciones “carnales” con el lobby bancario/empresarial que puso de
rodillas a millones de ciudadanos norteamericanos (y del mundo) en 2008; que
más de una vez fue agarrada in fraganti diciendo, contradiciéndose, que hay que
hacer lo que ella misma no hace: la promoción de la escolaridad pública versus
la privada –su hija va, obvio, a la privada–; su mudable (o)posición contra el
casamiento de gays; su cambio de ideas desde la anti-inmigración hasta a
adherir al programa integrativo de Obama; sus ataques a Wall Street cuando su riquísima
fundación vive de ellos; su camaleonismo con el (delicadísimo) tema de
seguridad de salud; y varias otras perlas que, en lo personal, siempre me
parecieron las de un candidato dispuesto a todo, sobre todo a mentir. Pero
frente a ella estaba el Trump patéticamente misógino, climatoescéptico, el de los muros con
México, el de la superioridad blanca, antiabortista y mata-putos, el de las
deportaciones masivas que nunca pagó debidamente sus impuestos. Así, Keith voto
contra Trump por Clinton.
Numéricamente hablando, o sea por cantidad
de votos, ganó HC; sin embargo el presidente del país de Keith es Trump, por
amplia mayoría electoral. Al preguntarle sobre esta contradictoria curiosidad,
Keith me respondió: “En mi país no es el ciudadano el que tiene el poder del
voto, sino los colegios electorales federales que no representan exactamente el
número de habitantes sino su cualidad. De esta manera, un votante de una zona
rural como el Wyoming tiene más de tres veces de peso que uno de Washington.
Digamos que por 10000 habitantes de Washington hay 1 elector; por el mismo
número en el Wyoming, hay tres o más. Es el número de votos de los colegios
electorales, y no los de sus votantes, el que define en última instancia los
resultados de las elecciones. Los colegios de electores de esos estados rurales
son históricamente republicanos, mayoritariamente blancos, salvo un par de
excepciones que fluctúan entre los dos polos. Mi voto por HC fue uno de los
200.000 [*] que sobrepasaron los que fueron atribuidos por los votantes norteamericanos
a DT, y sin embargo el peso de voto de los colegios electorales puso a este
populista desvergonzado al mando de la Casa Blanca. ‘En USA son las clases las
que eligen a su líder, nunca el pueblo [sic]’.”
Hablamos de otras cosas y a la tercera
cerveza nos despedimos con Keith que se fue a destilar su desilusión en una catrera cerca de Batignolles. Yo, mientras caminaba por Brochant yendo a casa, me resumí el tema así: “O sea que la primera democracia del mundo nos está
diciendo que hay calidades de votantes, que no son del todo ellos los que
eligen a su presidente y que ciertos votos tienen más valor que otros. Es
increíble, pero para ese más del 50% que votó por Hillary en las
controvertidas elecciones presidenciales de 2016, hoy, en el país de la
libertad, está a la cabeza un tipo al que votó menos del 50% de votantes, tipo que es bastante desagradable, impresentable en su
discurso, machista manifiesto, intolerante y oportunista… y, a mi modo de ver,
peligroso. Como para Keith, Hillary no hubiese sido santo de mi devoción pero, de
haberla votado, hoy yo estaría sintiendo el mismo rigor de fraude electoral con el que Keith vive desde este último martes.”
[*] La cifra de 200.000 votos populares a favor de HC fue el resultado previsional que dio a conocer Associated Press al día siguiente del escrutinio. Al día de hoy, 15 de noviembre, y siempre de forma previsional, la agencia anunció una diferencia en aumento de 780.000 a favor de la demócrata. Y es que todavía falta escrutar poco más de tres millones de votos que fueron emitidos por correspondencia para obtener el resultado definitivo de la elección presidencial norteamericana.
[*] La cifra de 200.000 votos populares a favor de HC fue el resultado previsional que dio a conocer Associated Press al día siguiente del escrutinio. Al día de hoy, 15 de noviembre, y siempre de forma previsional, la agencia anunció una diferencia en aumento de 780.000 a favor de la demócrata. Y es que todavía falta escrutar poco más de tres millones de votos que fueron emitidos por correspondencia para obtener el resultado definitivo de la elección presidencial norteamericana.