14 de noviembre de 2016

Democracias poco demo que hacen gracia


Anoche me encontré en un bar con un norteamericano de Washington radicado en París. Entre cervezas y mucha frustración mutua por diferentes razones, intercambiamos instan-táneas de este mundo de locos en el que él y yo vivimos, pero, y por sobre todo, yo logré entender lo incomprensible del sistema electoral de los EEUU. Cabe aclarar que Keith, así se presentó, tiene mi edad (la cincuentena), es profesional en medios de comunicación y vive en París desde 2009, el año siguiente a la explosión de la crisis de las “subprimes”, crisis sobretodo generada por los grandes especuladores bursátiles de su gran país.

Keith votó a Hillary Clinton básicamente porque se dice demócrata y para hacer frente a Donald Trump pero muy poco convencido por la honestidad de la que podría haber sido la primera mujer al mando de esa bolsa de gatos que es USA. Básicamente Keith me dijo lo que todos sabíamos: que HC ha participado en obscuras relaciones “carnales” con el lobby bancario/empresarial que puso de rodillas a millones de ciudadanos norteamericanos (y del mundo) en 2008; que más de una vez fue agarrada in fraganti diciendo, contradiciéndose, que hay que hacer lo que ella misma no hace: la promoción de la escolaridad pública versus la privada –su hija va, obvio, a la privada–; su mudable (o)posición contra el casamiento de gays; su cambio de ideas desde la anti-inmigración hasta a adherir al programa integrativo de Obama; sus ataques a Wall Street cuando su riquísima fundación vive de ellos; su camaleonismo con el (delicadísimo) tema de seguridad de salud; y varias otras perlas que, en lo personal, siempre me parecieron las de un candidato dispuesto a todo, sobre todo a mentir. Pero frente a ella estaba el Trump patéticamente misógino, climatoescéptico, el de los muros con México, el de la superioridad blanca, antiabortista y mata-putos, el de las deportaciones masivas que nunca pagó debidamente sus impuestos. Así, Keith voto contra Trump por Clinton.

Numéricamente hablando, o sea por cantidad de votos, ganó HC; sin embargo el presidente del país de Keith es Trump, por amplia mayoría electoral. Al preguntarle sobre esta contradictoria curiosidad, Keith me respondió: “En mi país no es el ciudadano el que tiene el poder del voto, sino los colegios electorales federales que no representan exactamente el número de habitantes sino su cualidad. De esta manera, un votante de una zona rural como el Wyoming tiene más de tres veces de peso que uno de Washington. Digamos que por 10000 habitantes de Washington hay 1 elector; por el mismo número en el Wyoming, hay tres o más. Es el número de votos de los colegios electorales, y no los de sus votantes, el que define en última instancia los resultados de las elecciones. Los colegios de electores de esos estados rurales son históricamente republicanos, mayoritariamente blancos, salvo un par de excepciones que fluctúan entre los dos polos. Mi voto por HC fue uno de los 200.000 [*] que sobrepasaron los que fueron atribuidos por los votantes norteamericanos a DT, y sin embargo el peso de voto de los colegios electorales puso a este populista desvergonzado al mando de la Casa Blanca. ‘En USA son las clases las que eligen a su líder, nunca el pueblo [sic]’.”

Hablamos de otras cosas y a la tercera cerveza nos despedimos con Keith que se fue a destilar su desilusión en una catrera cerca de Batignolles. Yo, mientras caminaba por Brochant yendo a casa, me resumí el tema así: “O sea que la primera democracia del mundo nos está diciendo que hay calidades de votantes, que no son del todo ellos los que eligen a su presidente y que ciertos votos tienen más valor que otros. Es increíble, pero para ese más del 50% que votó por Hillary en las controvertidas elecciones presidenciales de 2016, hoy, en el país de la libertad, está a la cabeza un tipo al que votó menos del 50% de votantes, tipo que es bastante desagradable, impresentable en su discurso, machista manifiesto, intolerante y oportunista… y, a mi modo de ver, peligroso. Como para Keith, Hillary no hubiese sido santo de mi devoción pero, de haberla votado, hoy yo estaría sintiendo el mismo rigor de fraude electoral con el que Keith vive desde este último martes.” 


[*] La cifra de 200.000 votos populares a favor de HC fue el resultado previsional que dio a conocer Associated Press al día siguiente del escrutinio. Al día de hoy, 15 de noviembre, y siempre de forma previsional, la agencia anunció una diferencia en aumento de 780.000 a favor de la demócrata. Y es que todavía falta escrutar poco más de tres millones de votos que fueron emitidos por correspondencia para obtener el resultado definitivo de la elección presidencial norteamericana.