23 de enero de 2011

Túnez y la libertad


Me permito esta otra digresión en el blog, porque me parece esencial opinar y generar opinión sobre los eventos sociales y políticos que acontecen en este mundo que cohabitamos.

Lo que está ocurriendo en Túnez en este momento, y desde hace un mes, es un evento singular, fuera de lo común por su amplitud y alcance. No tengo dudas de que ya es una página del libro de la historia que este pueblo está escribiendo. En este caso no hay USA ni USO oportunista de algún imperio que pretenda imponer democracias por sus particulares intereses, afortunadamente, al menos hasta hoy (huelga todo comentario respecto del tibio silencio francés, que no es más que una verificación de la deneznable y nada social política de derecha del gobierno de Sarkosy).

En Túnez hay más que cacerolazos y corralitos, u obscuras movidas de los barones sindicales que hacen olas para disfrutar de la mejor mano en la baraja socio-política. Hay inseguridad, censura, abuso de autoridad e injusticia desmedidas y, por sobre todo, desigualdad injustificada. Los diez millones de tunecinos, esa inmensa mayoría sin grandes recursos que pactó con el dictador hace dos décadas por un cierto bienestar, dijeron basta a un desplume de recursos imposible de dimensionar. Hay un nivel que rebasó todos sus límites, todos, y que ya nadie puede ni quiere soportar. Me hace bien saber que habrá siempre posibilidad de cambio, voluntad de cambio, que no sólo implica en principio soluciones para unos pocos ni parches aplicados para mantener las estructuras vetustas según convenga a los que detienen y participan en el poder.

No suelo compartir plenamente todas las ideas e inclinaciones de Juan M. Muñoz, pero ésta que apareció hoy en El País me pareció un buen raconto bien asociado con la realidad que yo también percibo desde la comodidad de mi lugar en el mundo. Porque es verdad que la chispa de los grandes eventos muchas veces se enciende con el gesto desesperado de una sola persona, y en este Túnez que se levanta y anda, Mohamed Bouazizi, un joven de 26 años que se cansó de todo y se prendió al cuerpo el fuego del fin, fue el catalizador imparable. Porque a pesar de ese lugar que ocupo, también creo (necesito creer) que la posibilidad de la utopía existe, siempre, a pesar del poder ilimitado de los opresores, los tránsfugas y los oportunistas que le incautan el presente a la gente. Y aunque el nuevo camino a recorrer no será llano ni una línea recta, es el pueblo el que decide su futuro, siempre, cuando se pone de acuerdo para recuperar su presente. Los tunecinos lo están haciendo y les debemos no sólo apoyo, sino también respeto.

De todos los derechos humanos, el de la libertad (en su sentido pleno y real) me parece que es el más difícil de alcanzar.

Alejandro Luque

"La llama que incendió Túnez", artículo de Juan Miguel Muñoz aparecido en la versión en línea de El País el 23/01/2011

2 comentarios:

Rosario Collico dijo...

Leí la nota del diario El país y me pregunté si el juego entre oprimido y opresor es una característica del género humano. Tal vez la libertad, en el sentido amplio de la palabra y como un derecho humano sea, una utopía.
Sin irme al otro lado del globo la Argentina es un ejemplo más de desiguldad con el agravante de que es este un país riquísimo y poco poblado con lo cual no habría
excusas para que todos tuviéramos un poco. Cuando paso por villas de emergencia en plena capital y veo la miseria en todas sus manifestaciones no puedo menos que entristecerme y llenarme de bronca. Sé que somos muchos los que ayudamos individualmente pero eso no alcanza porque no podemos tapar el sol con un dedo. No puedo entender a alguien que tiene el poder político de hacer un cambio y, simplemente, no lo hace.

Rosario

Alejandro Luque dijo...

R,

Justamente hoy recibí una presentación que resume en diez consignas lo que Chomsky considera que es el manejo masivo de masas (después te lo mando). Si somos oprimidos es porque hay alguien que puede oprimirnos, incluso a un nivel que no imaginamos. Y justamente por eso también la reflexión sobre la libertad al final de mi notita, y en referencia a lo que pasa en Túnez, te imaginarás que no dejo de pensar en los incontables manejos. Lo que no quita “eso” que están haciendo.

Con respecto a Argentina, Rosario, me parece que la situación es BIEN diferente, y por eso lo remarqué con ciertos símbolos muy “bonaerenses” en lo que escribí. Como lo veo a la distancia y con el tiempo, la desigualdad en Argentina está fomentada por los propios argentinos. Argentina ya no posee tanta riqueza “propia” porque a la mayoría electora argentina siempre le importó más su bolsillo que un pito de todo lo que tiene que ver con acervos, mientras que a otros no argentinos les encantó ese rasgo de despreocupación, y algunos locales vieron la buena posibilidad para sacar tajada. El agravante en Argentina, pienso, es eso que somos sin rasgarme las vestiduras.

Quizá parte del problema está es el encabezado de frase/imagen que escribiste:
“Cuando paso por villas de emergencia…” Quizá algo cambie en Argentina cuando dejemos de pasar y nos metamos más dentro de las realidades que no son las nuestras pero que forman parte crucial de nuestros problemas.

Insisto: el tema de Túnez y su realidad social tiene poco que ver con lo que ocurre en Argentina, donde obviamente hay desigualdades, inseguridad, hambre e injusticia, pero que la mayoría de la población que vive en las tres grandes urbes (baires, Córdoba y Rosario) ni imagina. Mi opinión, obvio. Besos.