2 de abril de 2010

Pantalla (Intimidades)


Fotomontage del biologuero

Pantalla (Intimidades)
Alejandro Luque

Pantalla (RAE): séptima acepción, femenino. Persona que, 
a  sabiendas o sin conocerlo,llama hacia sí la atención 
en tanto que otra hace o logra secretamente una cosa.


Abrió la sesión de chat como George35 y respondió, “CindyC, la foto que me agregaste a tu último mensaje me conmovió al punto de no saber cómo responderte”. Encendió un cigarrillo y saboreó el Johnnie Walker que comenzaba a corroer el alma de los tres cubos de hielo. Agregó: “Me permito tutearte porque siento que no tiene sentido ocultar”, pero se detuvo abruptamente en la palabra ocultar, y comenzó a jugar con ella en la pantalla.

Ocultar
Tucoral
Tarluco
Culotar
Culo… culo… CULO… ¡CUUUULO!

Tipeó tres puntos suspensivos y envió la frase inconclusa. Inmediatamente le llegó la previsible consternación de CindyC:  "(?_?)." El jean se había transformado en una prisión insoportable. Un buen sorbo de alcohol le quemó la garganta que seguía declinando la vibración de esas dos sílabas. Se levantó del sillón y sintió entre sus piernas una potencia incontenible pujando por aflorar al mundo y caer en buenas manos, en el calor y la humedad que esa parte de su cuerpo deseaba incesablemente. Fue a la sala de baño para calmar la fiera, para intentar jugar el rol cotidiano de partera que asiste con empeño y recibe la gozada semilla sin destino.

El espejo estaba ahí, justo encima del lavabo. Era lo suficientemente grande como para que sus ojos le devolvieran la imagen del cuerpo por encima de las rodillas. Un poco más arriba debía  de estar la fiera erecta esperando la caricia, la contención y el estímulo. Esbozó el contacto de la mano que dirige y recibe, pero ya sabía a la perfección que los espejos son unos espurios caprichosos.

Por eso los ojos de la persona que imitaba sus movimientos al otro lado del espejo se elevaron para alcanzar aquel otro lugar prohibido de la intimidad de quien está solo y contrariado. Fueron los esos ojos, y no los suyos, los que subieron la línea del vientre y pretendieron ignorar con brusquedad el magro relieve de unos senos que se resecaban por debajo de la remera arratonada. Más arriba delataban los rasgos indelebles de una mujer rígida que exudaba canas cincuentenarias. Entonces el cuerpo, y no la imagen, gritó un eructo de alcohol y obligó a que los cuatro ojos descendieran hasta su pelvis. La bragueta estaba abierta, la sensación de erección persistía pero lo único que emergía a través de la abertura era la vellosidad revoltosa del pubis que siempre odió. La vieja mujer en el espejo derramó una lágrima que él, del otro lado, se negó a enjugar, acostumbrado a lavar las mentiras que se esgrimen con vehemencia en ese reducto de todas las limpiezas y bajezas.

Volvió al ordenador y retomó la frase para terminarla con la misma excitación entre las piernas, “... no tiene sentido ocultar cuánto ha encendido al hombre que me habita, un hombre con poca experiencia pero dispuesto a amar a una mujer como vos. Me sonrojo de sólo pensarlo, pero necesito decirte que estamos destinados a encontrarnos. Si logro reponerme te enviaré la foto que me pedís. Tuyo y en vilo, G”. Envió, se prohibió más caricias y se dispuso a esperar lo que sea mientras absorbía las últimas gotas de whisky que quedaban en el vaso.

Del otro lado, CindyC_ leía con una sonrisa tempranamente morbosa sobre los labios y enviaba un emoticono de complicidad: "(°_~)". Desde otra habitación del departamento, su madre volvía a gritar por segunda vez, “¡Juanma, apagá esa consola y ponete a hacer los deberes, ya!”.

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