Fueron secuestrados la noche del 16 de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata.
Hoy tendrían seguramente hijos y quizá nietos.
Hoy habrían podido hablar de sus incipientes adolescencias desde el lugar que les correspondería ocupar como adultos en el seno de una sociedad que debía albergarlos.
Hoy, acertados o equivocados, tendrían una posibilidad, la que sea, para vivir a sus maneras.
Hoy no están, y nada, NADA JAMÁS, podrá justificar la causa de sus ausencias ni el dolor de quienes desde entonces y aún esperan.
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