1 de julio de 2006

Instrusión


Lara...

Intrusión
Alejandro Luque

Percibo recién ahora su presencia en la otra sala ya que la lluvia acaba de terminar con su inquietante repiqueteo sobre los techos. Se mueve entre las sombras, se cobija en los rincones oscuros de la casa. La sangre comienza a fluir por mis venas a una velocidad indescriptible, y el miedo que me acechaba unos minutos antes ya no existe. Siento crecer una necesidad imperiosa de desplazarme lentamente hasta el vano de la puerta. Sé que puedo estar cometiendo un grave error, pero también reconozco que no hay otra salida. Acomodo mi cuerpo, contengo mi respiración y avanzo lentamente. El espejo de pie, al fondo del pasillo, pretende asustarme con mi propia imagen y se me erizan los pelos en la piel. Me recompongo, me desplazo y gano la habitación. Mis sentidos confirman que el intruso está cerca del escritorio. Es el momento de avanzar sigilosamente para sorprenderlo antes de que sea tarde. Vestida de oscuridad soy prácticamente invisible. Inexorablemente soy. Por detrás del perchero hago el contacto visual. Me condenso. Está ahí, hurgando entre los papeles. Entonces todo deviene instinto implacable. Avanzo un poco, me agazapo, tomo ímpetu, salto y atrapo certeramente su cola con mis garras recientemente afiladas en el tapizado del sillón del living, sin hacerle daño. Aún no, porque tengo por delante toda la oscuridad de la noche para jugar con este ratón.

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