31 de julio de 2009

El Sabor De La Convicción

Foto encontrada en la red

El sabor de la convicción

ADL

La que vendría a ser mi suegra está empecinada, y Nayla, en su silencio respetuoso, le otorga la razón a esa bruja que insiste en unirnos según el rito de la familia; esas tonterías comunitarias que embrutecen y aíslan a los extranjeros en el país que los recibe. Porque esta familia nómada de cuatro mujeres que vive en plena capital, sigue durmiendo sobre esterillas improvisadas, rodeadas de cirios de colores y pequeñas figuras estrafalarias hechas de trapos y ramas secas. Demás está decir que, salvo Nayla, las otras tres ni siquiera hacen el esfuerzo mínimo por aprender nuestra lengua de forma apropiada. Viven aisladas en su quiste temporal. Pero Nayla no, porque yo no lo permitiré.

Mientras me atiza con sus argumentos excéntricos, la bruja mira a su hermana y busca el consentimiento implícito de su madre ─la bruja mayor─ que me observa sin verme. La madre de Nayla replica burlona con su acento enrevesado, “Tiempo agora de regar Nayla y dar tú mullos nietas… usando regadera de tú…”. Evitando ponerme a la altura de lo llano de su grosería, intento una vez más atraerla a mi realidad occidental, “¿Para qué quiere usted seguir poblando este mundo de locos?, ¿para crear más hambre?” Argumento que rechaza altanera mientras sacude a diestra y siniestra una especie de plumero con ristras de caracoles tintineantes. “No decide tú tus fillos”.

Fragmento del cuento incluido en la antología Elementos Básicos del autor, disponible en breve.

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