19 de julio de 2009

Monólogo Atormentado


"Desperation" por Antonina-Art


Monólogo atormentado

Alejandro Luque


Querido lector,

Para empezar, lo masculinizo porque estoy harto de la sensibilidad femenina que trata de hacerme aceptar lo insoportable, y porque mi médica de cabecera y mi psicóloga pertenecen al género de la suavidad y la aceptación. ¡Claro! Es tan fácil decir “No beba alcohol y utilice esto cada seis horas, y por la mañana en ayunas”, o “Trate de aceptar que usted no puede manejarla; olvídela y deje que ella fluya”. Me hartan, y hasta creo que estas minas están ahí para cagarme la vida y sacarme más dinero. Pero no voy a hacer de este grito desesperado un panfleto machista, porque el tema es grave, como lo es la hora, y no quiero ser violento.

Todo comenzó esta tarde, justo unos escalones antes de llegar a la puerta de mi departamento. La sentí como una puntada que se despierta y que pretende ocupar todo el lugar psicológico y emocional que pueda existir en la galaxia. Sé que el lector experimentado sabrá, con esas pocas palabras, reconocer no sólo al personaje sino también la magnitud de su tormento: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”, eso dicen, y usted y yo sabemos que es verdad. ¿Qué otra cosa podía hacer frente a la puerta aún cerrada? ¡Exacto! Pegué media vuelta y me fui. Ya sé que eso no resuelve nada, de hecho no logré con aquel acto heroico eliminar la molestia de su presencia en mi piel, en mi alma, en mi existencia. Ella es mi monstruo personal, mi castigo y la imposibilidad de borrarla de mi vida. ¿No es injusto vivir como una víctima que conoce la cara de su verdugo, sus mínimos signos, sin poder hacer otra cosa que huir inútilmente? Sí, es lo que yo digo. Yo intento por todos los medios de liberarme. Hasta he optado por hablarle como cuando uno se comunica con las criaturas, con monosílabos musicales, con calma y certeza intelectual, incluso con ese amor que, se podrán imaginar, no me habita, pero ella vuelve como un cometa nefasto, como una hembra que no sólo quiere vengarse, sino que también necesita que yo, su víctima, me retuerza de dolor y de frustración. ¿De frustración? Sí, porque no hay peor relación que la que se establece con lo que se pretende olvidar, contra lo que se ha combatido con todos los presupuestos (materiales y emocionales), y aún así presenciar su retorno de fiera incontenible. Uno se vuelve hipersensible al final y termina sintiéndose una especie de marioneta imbécil. Es tan fácil decirle a otro "Déjela que ella fluya".

De mi departamento me fui a lo de Chela. Si usted me lee desde hace tiempo, sabrá a quién me refiero. Si lo hace por primera vez o desde hace poco, confío en usted, querido lector, que sabrá entender. Chela no me atendió, seguramente dormiría su bordeaux debajo de la higuera. Corrí hasta lo de Ceferino, pero tampoco estaba. Una vecina me dijo que preparaba una manifestación contra las máquinas tragamonedas en Santa Polola. Lo llamé a Gregorio, pero me atendió su secretaria. El ex cura, que casi se murió de un síncope, estaba ocupado con su portal de encuentros amorosos. Y por eso recurro a usted, querido lector, porque sé que puedo confiar en estos momentos, cuando me siento atacado y perseguido. Y porque necesito apoyo para hacer lo que sé tengo que hacer. No le pido complicidad, pero sí entendimiento y apoyo moral.

Fíjese cómo estoy volviendo cansado a casa con la presencia de ella llagándome la carne. Observe cómo abro la puerta y respiro profundamente. Constate el detalle de mi mano que baja hacia el pie con premeditación y alevosía, descalza al pie derecho y aferra el zapato preparado para lo que sea. Míreme tirarlo en un rincón con desprecio, con furia. Y aquí estoy, dispuesto a enfrentarla. Extraigo con inquina la media; la acaricio, primero, y después la retuerzo como pretendiendo preparar el arma del crimen. Sin embargo, voy hasta el botiquín y saco la crema a base de corticoides. Me unto a seis manos con frenesí sin dejar de repetir cuánto la odio.

Querido lector: ¿acaso hay tormento más terrible que una ulceración eccematosa de origen nervioso en la planta del pie?

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