13 de agosto de 2009

Realmente Podrido


Realmente podrido
elale


La sensación es casi siempre la misma: la inseguridad de la realidad que, al cabo de un rato, se vuelve contundente. Las imágenes se repiten con su parsimonia elocuente, y la angustia late esa fibrilación que me hace estar casi sin ser, justo al principio. ¿Hace falta decir que la mano sale por entre el abrigo de las sábanas para apagar el despertador antes de que emita su puteada insoportable? ¿No es evidente para todos, o casi todos, que lavarse los dientes y tirarse agua en la cara para diluir las lagañas, sean actos automáticos que la memoria puede recrear como realidades? ¿No es eso, la conciencia de estar “procediendo como siempre”, lo que nos asegura de que estamos vivos? Después de todo, si uno vive en el mismo techo que otra persona, la simple falta de rutina es la señal de alerta. Uno no corre el riesgo, en esos casos, de ser encontrado duro y lleno de moscas porque un vecino avisara a los bomberos por el olor in-so-por-table.

Fragmento del cuento incluido en la antología Elementos Básicos del autor, disponible en breve.

No hay comentarios: